¿Te puedes fiar de GPT-4 para invertir? Le hemos pedido una estrategia, se la hemos pasado a un asesor y este es el veredicto

  • ChatGPT es capaz de dar una correcta base teórica

  • La práctica es mucho más compleja y requiere proactividad

  • La clave: la gestión emocional

desk
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Hace unas semanas leímos en Fortune un artículo en el que hacían un tipo de ejercicio que ya hemos hecho en el pasado, pero con un nuevo enfoque: enfrentaban a ChatGPT con un asesor financiero humano para ver quién podía ofrecer mejores consejos de cara a contar con un plan para la jublación.

Basándonos en ese artículo hemos querido hacer la variante local, adaptando la solicitud a un contexto más habitual en España, y solicitando esta estrategia a ChatGPT (usando GPT-4) para comprobar con un asesor de inversiones la eficacia o no de este enfoque.

Dicho de otro modo: ¿qué lagunas tiene ChatGPT como asesor financiero?

La propuesta de ChatGPT

Esta fue la petición que hicimos a ChatGPT, basándonos en una situación ficticia:

Estamos en 2023. Tengo 25 años, soy español, vivo en España y planeo seguir viviendo en España el resto de mi vida. Mis ingresos netos anuales son de 24.000 euros. No tengo deudas ni propiedades, mis ahorros son 15.000 euros.
Mis gastos fijos suman unos 9.000 euros anuales, mis gastos variables suman unos 6.000 euros anuales. Ahorro unos 9.000 euros anuales en mi situación actual. Me gustaría comprar una casa en los próximos 5-8 años, y aumentar mis ingresos tanto con aumentos de mi salario como con inversiones.
Basándote en toda esta información, ¿cuánto dinero crees que necesitaré para jubilarme a los 67 años y poder vivir de él, sin depender de una pensión del Gobierno?
¿De qué forma debería invertir desde ahora mi dinero para poder alcanzar esa meta, teniendo en cuenta la inflación, un promedio esperado de rentabilidad siendo conservador y los 42 años que quedan hasta ese momento?

Su respuesta se basa en tres pasos: hacer una estimación de gastos futuros, calcular la cantidad necesaria para nuestra jubilación, y planificar una estrategia de inversión.

Mediante varias fórmulas económicas nos resume que necesitaremos unos 586.000 euros para jubilarnos a los 67 años viviendo hasta los 85 años, añadiendo que con nuestra tasa de ahorro y una estrategia de inversión conservadora, podríamos acumular algo más de un millón de euros para el momento de nuestra jubilación, más que suficiente en base a la cantidad estimada.

La rentabilidad estimada para una cartera diversificada (acciones, bonos y bienes raíces) es de un 5% para ChatGPT, y la inflación, de un promedio de un 2% anual.

La respuesta del asesor

Nuestro asesor es Javier Acción, fundador de Acción Inversiones, una EAF (empresa de asesoramiento financiero). Tras analizar la propuesta de ChatGPT, concluye que es útil para dar unas líneas generales estandarizadas, pero no para seleccionar inversiones y productos concretos, además de dos factores diferenciales donde hoy por hoy no llega esta tecnología.

Javier Accion

Por un lado, la realidad cambiante. ChatGPT hizo unas estimaciones a partir de nuestra información para ofrecer cálculos, pero no se adapta a nuestra evolución vital: cambios en los ingresos y los gastos, nivel de riesgo asumible, imprevistos que reduzcan nuestros ahorros, paso a una vida en pareja, etc. Aquí podríamos ir actualizándole nosotros mismos la información, pero no tiene un rol activo para preguntarnos por ello, tenemos que ser nosotros quienes recordemos enviarle actualizaciones.

Por otro lado, el factor principal: el emocional. "Invertir es, en un 80%, tener 'estómago'", explica Javier. "Saber tomar decisiones con frialdad en los momentos complicados que siempre aparece periódicamente en los mercados es clave para los resultados a largo plazo. Un asesor financiero formado y experimentado puede ayudarte a comprender lo que ocurre y cuál es la mejor decisión posible".

El ser humano tiende a buscar la supervivencia, a protegerse frente a lo desconocido y a protegerse frente a la pérdida. En momentos de caída del mercado es muy habitual que, sobre todo los inversores menos experimentados, cierren sus posiciones asumiendo pérdidas para evitar que vayan a más.

"Esto es complicado incluso para los que somos profesionales de esto, ni los gestores de grandes fondos saben lo que va a ocurrir. Pero los que tenemos la suficiente experiencia sabemos que siempre hay un evento de proporciones grandes que provoca una caída del mercado. La gente que simplemente se indexa y no tiene un control emocional siempre se acaba enfrentando a la soledad de los grandes desplomes, ve sus ahorros caer un 4o% o un 50% y creen que tienen que irse a otro sitio, invertir de otra forma".

Además, esos eventos de gran magnitud que sacuden el mercado se dan con más frecuencia que antes. Si entre 2003 y 2019 solo hubo la crisis de 2008 (y a lo sumo, una réplica para la eurozona en 2012), desde 2019 hasta hoy, la cuarta parte del tiempo, hemos vivido una pandemia global, una guerra en el centro de Europa, la inflación más alta en cuatro décadas o la subida de tipos del 0% al 5% en poco más de un año. "La gestión emocional de todo eso es complicada, para entender cuándo es una oportunidad o una amenaza", añade Javier.

Y la explicación de una diferencia: una cosa es una caída general del mercado, y otra cosa es la de una empresa o un valor individual. Javier no aconseja la inversión en estas últimas salvo en casos muy concretos de gran volumen, porque no compensa el elevado seguimiento que hay que hacer en ese topo de inversiones. "Esa inversión es mucho más compleja. En cambio, cuando una empresa individual va mal, pero el mercado está sano, la inversión irá normal".

Ejemplificamos esta diferencia con la acción de BlackBerry en 2008. Tocó máximos llegando a los 144 dólares, pero la llegada de Android y el iPhone le arrinconaron, no supo reaccionar y empezó su larga agonía. En 2012 no valía ni veinte dólares. Hoy, ni cinco.

¿Qué hubiera hecho usted entre 2007 y 2009 viendo la trayectoria de aquellas acciones? Hoy la respuesta puede sonar obvia, pero en ese momento la atmósfera era muy distinta.

"Invertir más dinero en una empresa que solo hace que caer es el camino más corto para descapitalizarte. En cambio, si estás indexado, da igual lo que pase con BlackBerry, porque será una porción muy pequeña. Y además, aparecerá Apple disparándose y compensará con creces la caída".

Si alguien invierte centrándose en unas pocas empresas, la quiebra de una de ellas puede comprometer su rentabilidad y buena parte de su patrimonio. Pero si se indexa o invierte en un gran fondo, es muy improbable que haya una quiebra generalizada. Y si llega una caída por situaciones como las antes descritas, en opinión de Javier, normalmente se tratará de una oportunidad, no de una amenaza.

"Cuando parece que hay tempestad suele ser el mejor momento para invertir. Por ejemplo, con la pandemia. Y al revés: cuando hay un momento de euforia, solemos recomendar mantener la calma. Todo esto no te lo dice ChatGPT, no te acompaña durante, te da la parte teórica, pero la práctica es mucho más compleja. Cualquiera con una cierta base puede entender las métricas cuantitativas y cualitativas. La gestión emocional ya es otra cosa".

Enfatiza en cómo las burbujas y sus posteriores caídas siempre han ocurrido, y siempre ocurrirán. Desde los bulbos de tulipanes en Países Bajos en el siglo XVII hasta las criptomonedas y los meme stocks pasando por la compañía del mar del sur en el siglo XVIII, los ferrocarriles del XIX o el boom inmobiliario en España a principios del siglo XXI. Y defiende que ese 'estómago' humano será lo que mejor pueda gestionarlo y entender qué es una amenaza, qué es una oportunidad y cuándo es mejor quedarse quieto.

"Ya antes de ChatGPT se hablaba de que los algoritmos y la gestión indexada aportarían una rentabilidad superior a la del mercado y suprimirían la gestión activa. Pero ha sido al revés: cada vez ocurren más cosas y no basta con indexarse, hay que tener un control emocional".

ChatGPT puede ser un gran punto de partida para entender nuestro contexto y las líneas maestras del objetivo antes de visitar a un asesor financiero. Una herramienta para llegar con los deberes hechos y una cierta propuesta de expectativas, pero difícilmente un reemplazo a largo plazo.

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