El pez grande no siempre se come al chico: Un fósil muestra cómo unos pequeños mamíferos cazaban dinosaurios

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Hasta ahora la creencia extendida era que los primeros mamíferos vivían escondiéndose de sus coetáneos, los dinosaurios. Un nuevo hallazgo sin embargo ha hecho entrever que los mamíferos del Cretácico no parecían amedrentarse frente a los saurios, aun cuando les triplicaban el tamaño.

Dos animales, un fósil. Eso es lo que un equipo de paleontólogos ha deducido a partir de un fósil de sendos ejemplares de estos animales, en el que se puede apreciar la interacción entre un pequeño mamífero, un Repenomamus robustus de unos tres o cuatro kilos de peso; y un Psittacosaurus, un dinosaurio de unos 10 kg, también de pequeño tamaño pero mucho mayor que el primero.

Ambos animales prehistóricos habrían muerto de manera casi simultánea, después de que el pequeño mamífero diera caza al dinosaurio. Los animales habrían quedado sepultados después tras un desprendimiento de lodo volcánico. Esto contrasta con la imagen que teníamos de las interacciones entre mamíferos y dinosaurios en la época en la que “los dinosaurios dominaban la Tierra”. Quizá los mamíferos contemporáneos no eran simples presas de estos.

Como explica a la Agencia SINC Jordan Mallon, coautor del estudio “las interacciones dinosaurio-mamífero durante la Era Mesozoica no eran simplemente unidireccionales, es decir, los dinosaurios más grandes no se comían simplemente a los mamíferos más pequeños”.

125 millones de años atrás. El fósil con los restos de estos dos animales tendría unos 125 millones de años, lo que correspondería a inicios del periodo Cretácico. El hallazgo se produjo en la provincia china de Liaoning.

El fósil muestra los restos de estos dos animales entrelazados. Tras contemplar distintas hipótesis sobre lo que podía haber estado ocurriendo en el momento en el que los animales fueran sepultados los responsables del hallazgo concluyeron que se trataba de un caso en el que un pequeño mamífero había dado caza a un dinosaurio considerablemente mayor y se encontraba alimentándose de sus restos cuando llegó su propio final.

Una de las hipótesis descartadas por los expertos, por ejemplo, es la de que se trataba no de un ejemplo de depredación sino que el pequeño mamífero simplemente hubiera llegado atraído por la carroña. La ausencia de marcas en los huesos de la víctima hicieron a los expertos descartar esta posibilidad. Los detalles de la investigación fueron publicados en un artículo en la revista Scientific Reports.

Psittacosaurus v. Repenomamus robustus. El ejemplar de dinosaurio pertenece a un Psittacosaurus. Este género de dinosaurios herbívoros habitó lo que hoy es Asia hace entre 125 y 105 millones de años, durante el Cretácico Superior. Este animal contaba con cráneos característicos, con bocas semejantes a los picos de un loro (de ahí reciben su nombre) y cuernos laterales.

El fósil del mamífero por su parte pertenece a un Repenomamus robustus. Estos mamíferos habitaron lo que hoy en día es China, hace más de 100 millones de años. Estos mamíferos se encontraban entre los de mayor tamaño en su época y ya se conocía que se trataba de depredadores capaces de dar caza a dinosaurios. Lo llamativo de este caso es que el animal diera caza a un dinosaurio tres veces mayor que él.

La posibilidad de que el mamífero atacara al dinosaurio en manada no puede ser descartada, pero los investigadores consideran que tampoco hay pruebas que indiquen que fuera el caso. “[Hoy] en día los mamíferos que cazan en manada pueden cooperar para abatir animales mucho mayores que ellos, aunque no tenemos pruebas para evidenciar que Repenomamus fuera un cazador en manada”, señalaba Mallon.

Los yacimientos de Lujiatun. Aunque los detalles sobre este fósil se hayan dado a conocer este mes, el hallazgo fue realizado en 2012 en el yacimiento de Lujiatun, situado en el noreste de China.

El yacimiento es conocido como “la Pompeya de los dinosaurios”  o “la Pompeya China” puesto que la actividad volcánica del lugar propició que se hayan preservado en los lodos volcánicos una importante cantidad de restos prehistóricos del Cretácico temprano.

Grandes batallas de la paleontología. No es habitual pero tampoco del todo infrecuente encontrar fósiles de animales prehistóricos enzarzados en peleas o devorándose entre ellos. El Motivo es que para que esta circunstancia se de, los animales no sólo tienen que morir de manera más o menos simultánea, sino que esto debe coincidir también con que se den las condiciones idóneas para que sus restos se preserven.

Quizá el ejemplo más notorio de esto es el fósil hallado en 2006 que mostraba a un Triceratops y a un Tyrannosaurus rex. Este descubrimiento fue desvelado en 2020 y representaba una lucha muchas veces reimaginada en la cultura popular, entre dos de los dinosaurios más conocidos.

El Repenomamus robustus también protagonizó uno de estos ejemplos en 2005. Eso sí, en aquel caso los paleontólogos lo encontraron atacando a crías de dinosaurio y no a ejemplares adultos de mayor tamaño. Otro caso reciente fue el de un Edmontosaurustan bien preservado que aún mostraba las marcas de un encontronazo con un animal semejante a un cocodrilo. Eso sí, en este caso no se encontraron los restos de este segundo animal.

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Imagen | Gang Han et. al, 2023 / Museo Canadiense de la Naturaleza

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